Cuando uno termina un rollo de 35mm lo rebobina. Algunas cámaras lo hacen solas. Para estar seguros de que no vamos a dañar ninguna de las fotos se rebobina hasta el final y el extremo de la película queda dentro del carrete (tengo un amigo que está rebobinando de oído y se detiene justo antes de que la punta se meta para adentro, pero es músico).
El primer paso para revelar la película será entonces sacarla del carrete. Se puede usar alguna herramienta para abrir el tanque por alguna de las tapas. La película se extrae completamente. El segundo paso es cargar la película en el espiral que luego introduciremos en el tanque de revelado (si es que vamos a revelar con un tanque, claro).
La desventaja de proceder de esta forma es que al tener todo el rollo afuera del carrete no podremos evitar tocarlo bastante. Por supuesto, el proceso de carga en el espiral debe ser realizado a oscuras. Algunos, para no tener que tapar todas las ventanas usamos una bolsa de carga (permite manipular el rollo y cargarlo en el tanque sin necesidad de que la habitación esté a oscuras). Extraer el rollo completo hace que sea difícil encontrar las puntas e incluso ir desenroscándolo adentro de la bolsa.
La solución es usar un extractor diseñado especialmente para volver a sacar la película para afuera sin desarmar el carrete. El problema es que son difíciles de conseguir y además son caros. Pero pueden reemplazarse con dos tiras de radiografía (yo usé una placa de tórax), ambas del mismo largo con una de las puntas ligeramente doblada.
Para usarlo se introducen en el tanque del lado de arriba las tiras con la puntas dobladas hacia adelante. Se lleva más adentro la tira superior. Se gira la película hasta oír un click y luego se introduce la tira inferior hasta que alcance la misma posición que la superior. Sólo queda tirar hacia afuera. Bueno, quizás no sea tan fácil. Pero funciona.
