
La luz es la porción de la radiación electromagnética que puede ser percibida por el ojo humano. Para reconocer una escena evaluamos sobre todo 2 cosas: la cantidad de esa radiación en cada zona (o qué capacidad de reflexión tienen los distintos objetos) y la longitud de onda (el color) que nos alcanza.
Trabajando en blanco y negro podemos quedarnos solamente con las cantidades. ¿Y por qué lo haríamos? ¿Acaso poder sacar fotos a color no es genial? Es que las fotografías que nos encantan muchas veces no nos cautivan por ser realistas y representar correctamente la luz y los colores.
De hecho las cámaras digitales no pueden competir con el ojo humano en términos de rango dinámico. A todos nos pasa que al fotografiar al mediodía un paisaje increíbleno podemos fotografiarlo como está. O el cielo sale bien y las sombras oscurísimas o exponemos bien las sombras y perdemos las nubes.
Pero sí podemos manipular el color y pintar de rojos exagerados los cielos de los atardeceres o jugar con el balance de blancos y cambiar toda la paleta de colores. Sin embargo a veces el color no es necesario. A veces alcanza con conocer cuánta luz refleja cada rincón de una escena.

